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Obras

Caló des Moro, Mallorca

Esta fotografía de paisaje nocturno fue capturada desde Caló des Moro, una de las calas más emblemáticas de la costa sur de Mallorca. Bajo un cielo invernal despejado, la constelación de Orión se alza sobre el horizonte, acompañada por una tenue neblina rojiza: se trata de nebulosas H-alpha, invisibles a simple vista, reveladas gracias al uso de un filtro astronómico especializado.

La escena fusiona la belleza natural del Mediterráneo con la técnica precisa de la fotografía astronómica. Cada exposición fue cuidadosamente planificada para conservar los colores reales del cielo nocturno y la textura rocosa de la costa balear. En invierno, estas calas recuperan una calma que parece pertenecerles por derecho: sin turistas, sin ruido, solo el mar, la piedra y el cielo.

Ojo de Es Vedrà, Eivissa

A finales de abril, Ibiza aún respira con la calma de las semanas previas al verano. En los caminos de tierra que bordean los acantilados del suroeste, la isla conserva ese aire libre y algo salvaje que muchos asocian con sus raíces más auténticas.

Desde el llamado Ojo de Es Vedrà, una formación natural en la roca que actúa como mirador improvisado, se abre una vista directa al islote. Su silueta aparece recortada al fondo, iluminada por la luz cálida del atardecer que atraviesa un cielo cubierto de nubes bajas. La roca en primer plano, bañada por ese mismo tono anaranjado, contrasta con el azul profundo del mar. La escena queda suspendida entre volúmenes minerales y reflejos suaves, sin apenas movimiento en el agua.

Puerto de Sanitja, Menorca

La primera noche en Menorca me llevó hasta el pequeño puerto de Sanitja, en el extremo norte de la isla. Desde el interior de una antigua caseta de pescadores, parcialmente derruida, encontré un encuadre directo al mar: una abertura de piedra que recorta el horizonte y enmarca la escena.

A través de esa abertura, un llaüt reposa amarrado sobre aguas completamente en calma. Su reflejo, nítido, flota junto a él gracias a la ausencia total de viento. La piedra iluminada en primer plano contrasta con los tonos fríos del cielo y del mar, donde se alternan nubes estáticas y estrellas dispersas. La luz que baña la escena no proviene de ninguna fuente directa, sino de un resplandor lejano, filtrado desde el fondo de la isla.